lunes, diciembre 05, 2005

HANK (35)

Pensaba que iba a sentirme mucho mas nervioso. Siempre me ocurria con desconocidos.

Yo hablaba y ella me miraba. Me sentia bien. Sin miedo ni timidez. Aquellos ojos marrones transmitian calidez y cercania. Tanto que casi acariciaban al mirar. Al quitarse la chaqueta habia dejado al descubierto su esbelto cuerpo. Solo un fino sueter naranja separaba su piel de mis ojos. Era hermosa en todo su conjunto. Y su fragil sonrisa le hacia brillar mas todavia.

Su trabajo la absorbia tanto que casi tenia olvidada su vida personal. Me dijo que vivia con una compañera de piso y una gata negra preciosa.

-Mira Amanda- dije sacando el libro del bolsillo de la chaqueta- aqui tienes uno de mis libros.

Lo cogio con suavidad como si aquello fuera algo valioso o a punto de romperse. Lo observo durante varios segundo. Un niño con una caña de pescar miraba a la camara. De fondo un acantilado. Recuerdo que yo mismo habia escogido la foto de aquella portada... de entre las fotos de mi infancia. Pero solo mis padres lo sabian.

-¿Eres tu verdad?- Pregunto casi afirmando - Eras un chico muy guapo -
-Si, soy yo. Poca gente se habia fijado. De hecho eres la primera que se ha dado cuenta. Me encanta la foto. Creo que la infancia es la epoca mas feliz de nuestra vida. Nunca somos tan puros como entonces-
-Puede ser, pero no podiamos disfrutar tanto de la vida como ahora. Todos recordamos felizmente la infancia, pero tambien es cierto que borramos los recuerdos mas crueles.-
-Si. Ojala pudiesemos hacer eso siempre-
-¿el que? ¿borrar los recuerdos?-
-Olvidar lo que no nos gusta-

Amanda paso la pagina y me miro.

-Veo que olvidaste una cosa- dijo mientras me enseñaba la primera pagina en blanco
-Vaya, la dedicatoria! He tenido un dia muy ajetreado y ni me acordaba.-

Me lo pasó y nuestras manos se rozaron por primera vez. Un escalofrio recorrio mi espalda. Y no era el aire acondicionado del restaurante. Toda mi frialdad y mi pose de escritor atormentado se derrumbaron como un castillo de naipes tras la primera rafaga de viento. Aquello era calor. Una llama me subia por el estomago y se adueñaba de mis pulmones. En ese segundo que fue eterno crei que no volveria a respirar. Por fin lo consegui.

Me miro y volvio a sonreir.

-¿Llevas un boli? - le pregunte
-¿Un escritor que no lleva bolis? Jajajajaja. Vaya tela. Espera un segundo que tengo uno por aqui.- dijo mientras abria su bolso negro.-

Ahora me tocaba improvisar algo. ¿Que podria ponerle en la dedicatoria? Ciertamente deberia haber pensado algo antes. Que idiota estoy. Abri el libro por la primera pagina. Destape el boli.

-Piensa rapido- me dije- que suene orignal pero no rebuscado. Afectuoso pero no desesperado.

Lo tenia.

Si fuera un gato, este libro seria mi septima vida.
Javi

jueves, diciembre 01, 2005

HANK (34)

El Vodka-7 tenia el poder natural de calmarme los nervios. Y tranquilos nos parecemos mas a la persona que realmente somos. O quizas a la que queremos ser.

Estaba sentado al final de la barra mirandome en el espejo. Ojos grandes, pomulos marcados y mandibula perfecta. Mi piel todavia tenia recuerdos de pubertad y mi barba no se podia esconder mas de 3 dias seguidos. No era lo que se dice un chico de revista, pero mi cara me habia dado mas alegrias que decepciones. Dicen que estamos demasiado acostumbrados a nuestra cara como para poder ser objetivos.

Es cierto que soy un hombre de piernas, pero las caras me fascinan. Estan hechas de manera que sea imposible esconder algo. Cualquier pequeño gesto nos delata, la mas leve sonrisa puede rebelar nuestros sentimientos y ni tan siquiera nuestra mirada es capaz de ser complice de nuestro corazon. He visto ojos a los que seria imposible negarles nada y hoyuelos por los que daria mi vida.

Se acercaba la hora. Esperaba poder resistir a aquella mirada felina que me habia cautivado la noche anterior.

Conocia aquel restaurante pero nunca habia entrado. Aquellos sitios me daban miedo. Me sentia en ellos como un Don Nadie. No es que no lo fuera, pero de algun modo esos lugares amplificaban la sensacion. Todos parecian tan perfectos. Y sus vidas tan ordenadas. Yo mismo habia llegado a la conclusion que mi enfermedad se llamaba envidia. Pero tambien orgullo. Porque yo no estaba dispuesto a hacer nada para que mi vida resultase al menos un poco mas logica. Me sentia tan perdido como un ciego en un videoclub. Todavia faltaban quince minutos. Me acerque a la barra del restaurante y pedi algo de beber para hacer tiempo.

El barman no paraba de intentarme dar conversacion, pero yo no estaba muy por la labor. ¿A quien cojones le importa como quedo el ultimo derby cuando se esta a punto de conocer a la estrella del equipo? Por un momento me senti inseguro. Quizas deberia haberme arreglado un poco mas o al menos haberme peinado algo mejor. Por norma general yo no le daba importancia a aquellos detalles pero el resto del mundo si. De todos modos ya no habia tiempo, y aunque lo hubiese yo no habria hecho nada por solucionarlo. Siempre igual.

El bar del restaurante estaba justo frente a la puerta. Entonces la vi, en la entrada, dandole la espalda al restaurante y con el movil en la mano. Si señor, aquella chica tenia clase. Y sobre todo mucho gusto. Llevaba un vaquero azul verdoso, de esos gastados, que se le ajustaba espectacularmente a la cintura. Unas botas beige con poco tacon y acabadas en punta. Su figura parecia todavia mas estilizada. Un abrigo negro corto con un cinturon sin abrochar. Tenia el pelo suelto y el flequillo cayendole sobre los ojos. Parecia dulce como una niña e irresistible como las mujeres de las series americanas. Se acerco el telefono al oido y espero.

Mi movil comenzo a sonar. Era ella.

-¿Si?
-Hola Javi, ya estoy en el restaurante, ¿tu donde estas?
-Pues exactamente detras de ti, mirandote el culo...
-Jajajajaja- rio ella escandalosamente.

Colgo y entro con una increible sonrisa iluminandole la cara.

-Vaya si eres puntual, es que no sabia si sabrias como llegar....-
-Como para no hacerlo...-

HANK (33)

Decidi pasar por casa de Jaime y ponerme un poco al dia. Nunca habia tenido excesiva vida social y desde que "conoci" a Hank se reducia a fiestas y borracheras. Y eso tiene de vida social lo que Heidi de femme fatal.

Conocia a Jaime, como quien dice, de toda la vida. Era guapo, de familia bien y un proyecto de ingeniero. Lo que las chicas de hoy en dia llaman "un partidazo". Eramos las 2 caras de una misma moneda, y lo peor es que solo teniamos una cosa en comun: la mala suerte. Nunca habiamos sabido elegir los momentos, las situaciones y las mejores compañias. Y asi nos iba.

Habia conseguido irse de casa a base de dar clases de tenis a cuarentonas ricas y casadas, que querian de el algo mas que aprender a jugar. Era un buen trabajo y el asi lo pensaba, pero a veces resultaba incomodo tener que lidiar con aquellas ricachonas en celo. Mas de una vez le pillaron con las pelotas al aire (y no las de tenis) y tuvo que salir corriendo de aquellas mansiones ajardinadas con tanta ropa como pudiera agarrar en las manos. Y creerme si os digo que saltar verjas de metro y medio en esa tesitura no es una situacion nada comoda.

No era un piso demasiado grande, pero para una persona sola y un sueldo ridiculo, aquello era el Palacio de Versalles. Tenia una decoracion moderna y muy informal, pero demasiada fria para resultar acojedora. Como cuando sabes que es solo un sitio de paso y quizas mañana tengas que volver a hacer las maletas. Su unico capricho era una television enorme (de esas tan planas que parecen un cuadro) que ocupaba toda una pared del salon. Siempre que estaba alli la contemplaba como si aquello fuera un museo y la television un cuadro de Van Eyck. Segun me dijo la habia comprado por internet directamente desde Japon, y que le habia salido tirada de precio.

-¿como va todo chaval?- me pregunto Jaime, que iba como siempre, en vaqueros y de manga corta, aunque fuera pleno invierno.
-Confundido, ya me conoces-
-¿Y ahora que ? Mira que nos conocemos tiempo Javi, pero siempre pareces llevar algo entre manos-
-Lo se Jaime, lo se. Al menos yo no tengo que ir saltando verjas con todo al aire.
-Jajajaja, ¿que dia vas a dejar de repetirmelo?-
-El dia que deje de pasar, tunante! - aquella palabra siempre le "molestaba"
-Jajjaja, ¿pero tunante porque?, sabes que he cambiado!-
-Nunca cambiaras, lo sabemos los dos!-

Jaime se echo a reir. Para todo lo que llevaba encima era una persona realmente alegre. Y no actuaba. Simplemente era asi. Y sabia contagiarlo.

-Tengo una cita dento de una hora. He venido a quitarte uno de mis libros para poder regalarselo. Espero que no te importe-
-Coño, claro que no. Ademas los libros son tuyos. Al menos llevan tu nombre. ¿cual piensas llevarle? ¿Flor de alcantarilla y otros cuentos?-
-Yo que se. Todos son igual de malos. Intentare coger el menos soez, si es que existe-
-Tu veras, pero si de verdad tienes la intencion de gustarle, deberias ser tu mismo. Y no se que hago dandote consejos. Siempre sueles darmelos tu a mi-

Me acerque a la estanteria donde tenia todos sus libros y vi que tenia los mios en un lugar destacado. Se sentia orgulloso de ellos. Seguramente mas que yo mismo. Cogi "Nunca sabras lo que callé" y me lo meti en el bolsillo de la chaqueta. No era mi mejor libro, pero si el mas personal. Si alguien iba a correr el riesgo de conocerme, aquella era la mejor manera.

-Bueno tunante, he de irme. Ya te contare como ha quedado la cita. Por cierto, la casa esta demasiado limpia. ¿cuantos años te saca esta vez?