HANK (29)

No podia dejar de mirar aquellos ojos. Ella hablaba y hablaba. Y yo escuchaba y bebia. Muchas mujeres solo necesitan a alguien que les escuche de vez en cuando. Bueno, y que les de la razon.

Yo asentia hipnotizado por aquellos ojazos. Eran verdes (y atentos a la comparación) como el verde que hay en el arcoiris. Verde como el Amazonas hace cuarenta años y como los billetes de cien euros. Pero no eran solo sus ojos. Era TODO. Tenia un cuerpo de calendiario. Y por el calor que me estaba entrando apostaria a que no era precisamente Enero.

El caso es que se llamaba Lina, tenia veinte años y un novio boxeador profesional. Me dijo que ella se iba a aquel bar cada vez que su chico peleaba. No soportaba verle sangrando.

Boxeador profesional… un tio que se gana la vida dandose de hostias. Como los politicos pero en calzones y sin camiseta.
Yo podia ser grande, pero un boxeador… podria matarme si la tocaba. Es que incluso podria dejarme los dientes tiritando si se enterase que estaba alli riendole las tonterias a su chica. El encima del ring partiendole la cara a un tio que seguramente no lo merecia y yo, alli, con una cerveza fria entre las manos.

-¿vives cerca de aquí Javi?
-Si- Recorde el piso vacio de Hank- a un par de manzanas-
-Si quieres podemos ir a tomar una copa a tu casa-

Mierda, una insinuación en toda regla. Y yo sin seguro dental. Aquello no podia estar pasando. Pero, joder!, una oportunidad como esta no se presenta todos los dias, quizas solo una vez en la vida.
Que cojones, al menos si me la tiro, la vida habra valido un poquito la pena.

-Esta bien, creo que valdra la pena…- dije , esta vez, en voz alta
-¿Cómo?
-No nada. Vamonos.